Timidez, aislamiento social
La timidez se puede traducir como fobia social. Se caracteriza por la presencia de ansiedad como respuesta a situaciones sociales o actuaciones en público, lo que suele dar lugar a evitarlas. Se diagnostica de fobia social, en los casos en que el comportamiento de evitación o el sentimiento de temor, interfiere en la rutina diaria, en las relaciones laborales y en la vida social. En el caso de los niños, toma forma de lloros, tartamudez, parálisis, abrazos o aferramientos a familiares y abstención de mantener relaciones con los demás hasta el punto de llegar al mutismo.
La soledad por
aislamiento social proviene de la ausencia de comunidad, una
carencia de vínculos sociales significativos en la red social,
de un grupo de amigos con quienes se comparten intereses y
actividades comunes. Se produce en mudanzas, migraciones,
cambios sociales, desclasamiento, un nuevo ambiente social, una
nueva ciudad, trabajo o escuela. La persona no se siente “a
tono” con los demás, no se siente parte de un grupo de amigos,
no tiene nada en común con los demás. La soledad por aislamiento
social está relacionada con la cantidad y calidad de las
relaciones con amigos que pueden cubrir diferentes provisiones
sociales, tales como servir de guía y otorgar un sentido de
valor y pertenencia. Se trata de diferentes tipos de soledad que
provienen de déficits relacionales específicos y se caracterizan
por sentimientos y comportamientos distintivos.
La soledad por aislamiento emocional está relacionada con el desarrollo de un sistema de apego originado en el vínculo de protección y continuidad que los niños establecen con sus padres, que resulta en la constitución de un esquema emocional-cognitivo perceptual de vinculación a lo largo de la vida. El vínculo de apego constituido con los padres es reemplazado más tarde, a lo largo de la vida, por relaciones íntimas con otras personas. La pérdida de estas últimas produce una ansiedad semejante a la del niño separado de sus padres.