depresión
La sensación de sentirse triste, decaído emocionalmente, con pérdida de interés por las cosas que antes se disfrutaban, esto es padecer depresión. Es una enfermedad que progresa cada día afectando a los pensamientos, sentimientos, la salud física y las pautas de comportamiento.
El dolor y el sentimiento de soledad conducen sin remedio al cambio. Los síntomas más importantes y frecuentes de la depresión son el constante pesimismo o sensación de derrotismo; sensación de desaliento y abatimiento; sensación de que lo bueno pasa pronto y lo malo dura más. La mente fijada en lo malo le da fuerza a la depresión. La persona vive de pensamientos y recuerdos negativos. A los depresivos les pasa que si ven la luz al final del túnel piensan que se trata de la luz de un tren que viene hacia nosotros. Hay una visión triste hacia el pasado o nostalgia y una visión triste hacia el futuro o pesimismo. Además, se distorsiona la realidad viviéndola peor de lo que verdaderamente es.
Las personas con depresión pueden ponerse la etiqueta de: no valgo nada, soy un perdedor, nadie me quiere. Muestran además un claro desinterés. Viven en el horrendo pasado y en el futuro aterrador y desesperanzado, y nunca en el presente. Están inmersos en sentimientos de desamparo, desaliento y pesimismo, baja autoestima y baja confianza en si mismos, incapacidad para tomar decisiones sencillas. Tienen la sensación de que un “muro” invisible les separa de los demás y les aísla. El sujeto pierde interés por sus actividades cotidianas, amigos y familia.
Aunque el depresivo se aísla de la gente, tiene a su vez una gran necesidad de contacto y apoyo y teme el abandono de los demás. Este muro que le aísla puede impedir que le hagan daño, pero al mismo tiempo impide que las personas que pueden o quieren ayudarle entren en sus vidas o espacio. Pero hasta la más profunda de las depresiones tiene solución. Despejar la espesa niebla es nuestra prioridad. Detrás de la oscuridad, hallarás la claridad.