ANSIEDAD
Retomar el control de tus emociones y allanar tu camino, salir de tu propia cárcel es tu mayor objetivo. La ansiedad es la fuente principal en la que se alimentan, intensifican y generalizan las tendencias neuróticas; está caracterizada por sentimientos de soledad, impotencia y miedo a un mundo potencialmente hostil. Para combatir la ansiedad actualmente se utilizan muchos medicamentos.
Los ansiolíticos
son medicamentos que intentan “romper la ansiedad”, como indica
el significado de la propia palabra ansiolítico. ¿Pero cómo
podemos realmente liberarnos de la ansiedad si no la trabajamos,
si no la elaboramos e integramos? Los ansiolíticos no consiguen
curar la ansiedad, sólo disminuyen la capacidad de sentir y con
ello de reconocer la misma ansiedad, pero ésta se va
introduciendo cada vez más adentro, de manera que con el paso
del tiempo vamos a necesitar más dosis de medicación y con mayor
frecuencia para lograr el mismo efecto. La curación no viene de
fuera, surge de dentro al trabajar las emociones, y se despliega
hacia fuera.
Cuando la ansiedad es muy intensa y va acompañada de síntomas físicos como palpitaciones en el corazón, opresión en el pecho, dificultad respiratoria, sudoración, temblores, náuseas, vómitos, vértigos, pérdida de estabilidad, e incluso otras muchas reacciones, ya no estaríamos hablando de ansiedad, sino de angustia. Además, mientras en la ansiedad la persona está alerta, en la angustia se queda paralizada, inmovilizada.
La palabra angustia viene de latín angor, que significa angosto, y todos relacionamos lo angosto con algo estrecho, algo que oprime, con la sensación de angostura, de falta de aire y falta de espacio. Por eso, una de las maneras en las que más se siente la angustia es la opresión en el pecho; estamos pasando por un momento estrecho, angosto, en el que la vida misma nos oprime, donde nos sentimos angustiados.